"A mi entender, todos los proyectos verdaderamente serios empiezan a modo de juego; es decir, como un trabajo de la imaginación. Porque la imaginación no consiste en distanciarse de la realidad -eso es más bien la fantasía- sino en sacar de las cosas, como de un sombrero, la verdad que llevan dentro; y la verdad que relampaguea o resplandece en el espacio que las separa. Entre los objetos hay espacio y su desplazamiento sobre el escenario -su reposicionamiento y recombinación- colorea vacíos imprevistos, hace tintinear sombras, da sentido a las palabras. Eso es un poco lo que pretendía con esta escenografía: demostrar que los colores, los sonidos y el lenguaje mismo son siempre "escénicos", variaciones de la distancia entre los objetos, "ocurrencias" arquitectónicas. La relación entre nosotros y los cuerpos -el espacio mismo- habla, suena, enrojece o reverdece, unas veces trágico, otras dulce o irónico, según la posición y la distancia. Todo puede cantar -puede literalmente cantar- alrededor de un garabato de hierro, entre dos grumos de viento."
Nicolás Alba
La Princesa Árabe nos habla de los valores de la música en contraposición al silencio y la ausencia de los sonidos, pero también habla del respeto de las personas a su origen y procedencia, el respeto a la diversidad y de lo importante que es la palabra para la comunicación.
La historia nos lleva a un lugar imaginario en el mar de Arabia en el que conoceremos la historia de Jamil, un joven pescador y de la princesa Amirah, su enamorada. Sólo cuando esta le recrimina su pasado de pescador, Jamil deja de hablar y huye comenzando Amirah su búsqueda llena de zozobras y peligros.
La escenografía es una estructura con muchas caras, un espacio multifuncional, cuyo juego consiste en el movimiento que proporciona el cambio de su fisonomía. Un lugar que puede ser un barco, una isla un palacio o simplemente una estructura que la imaginación pueda convertir en lo que podamos llegar a soñar.Es, por tanto, una escultura viva y en movimiento continuo
Así es esta Princesa Árabe, una obra llena de sorpresas estéticas emocionales, que se desarrolla en un espacio doble. Por un lado el espacio real del Bilbao del siglo XIX y por otro el espacio del cuento sin tiempo, ni lugar, solo una referencia a una identidad, Arabia y a un lugar o tres: el mar, un palacio y una isla.